La ruptura y contracción de las fibras dérmicas se traducen externamente en la aparición de estrías, que son líneas irregulares de tejido cutáneo blando y arrugado de color nacarado o rosado. Suelen asentar en las áreas sujetas a mayor tensión, como las nalgas, el abdomen, los senos o la zona lumbar. En la primera fase de formación, las estrías son rosadas. Una vez instauradas, la coloración es nacarada o del tono de la piel.
Tratamiento de estrías
El tratamiento de las estrías es un reto, y sólo se dispone de datos claros de efectividad de dos terapias: la aplicación de tretinoína en crema (derivado de la vitamina A contraindicado durante el embarazo) y el empleo de láser fraccionado no ablativo. Otras terapias no han mostrado su efectividad de forma contrastada o son excesivamente agresivas como para ser practicadas de forma rutinaria.
Los láseres son ideales para el tratamiento eficaz de una amplia gama de tejidos cicatriciales.
El láser fraccionado no ablativo emite pulsos de luz que impactan directamente sobre la dermis, sin dañar la superficie de la piel, por lo que no provoca la formación de costras, erosiones ni heridas. El impacto de las columnas de luz en la dermis causa un aumento de la temperatura de esa zona, provocando un estímulo para que se formen nuevas fibras de colágeno y elastina, y para que se re-alineen las antiguas. Así pues, el láser fraccionado no ablativo sólo trata específicamente la capa de piel dañada, sin tener ninguna acción sobre los tejidos de alrededor.